Libros de Venus Maritza
Libros de cuentos, novela corta y poemarios.
sábado, 5 de marzo de 2022
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jueves, 6 de octubre de 2016
jueves, 8 de mayo de 2014
Vista previa de la novela
Capítulo VIII
EL túnel Oscuro y la pantalla del celestial mar
(De la novela corta digital "Tras el umbral de la reencarnación")
Beatriz, ha cometido un enorme pecado… Quitarse la vida en plena
juventud… Por una situación que no merecía, tal sacrificio… Nada, ni nadie
merece morir por un amor no correspondido, ni siquiera la malvada
Beatriz…
¡Ella tenía la posibilidad de cambiar! Si hubiese seguido con vida…
Pero, ella misma cortó esa oportunidad… ¡Pobrecita!
La conciencia de Beatriz está alerta. Tiene un intenso miedo… Se
siente que gira y gira y gira en un túnel oscuro. Siente como se desplaza y
distingue al final una intensa y agradable luz… El miedo desaparece, y lo
suplanta una gran curiosidad, al contemplar un ser divino vestido de blanco,que la observa interrogante.
― ¿Quién sois? Pregunta el espíritu de Beatriz.
― Soy un emisario, que te conducirá a las rondas del mundo
espiritual. No mereces ir al ansiado juicio, y tampoco disfrutarás de las
lagunas paradisíacas de expectativas angelicales‖ ―contestó el ser.
― ¡Te quitaste la vida! Y Dios está indignado contigo… Observa…
Te mostraré el reflejo del mar del Cielo, ahí verás por espacio de dos horas, toda tu vida si no hubieses cometido semejante tontería. ¡Cortaste de tajo los planes de Dios, para ti! Truncaste tu destino con la fatalidad, por ello aún no descansarás… prosiguió el personaje.
El fantasma de Beatriz, comienza a presenciar sobre la pantalla del
mar Celestial, lo que hubiera sido su vida…
Ve a Juan Esteban, una semana después del incidente, arrepentido, pidiéndole perdón, por no haber comprendido antes que era ella el centro de su corazón. Se observa, Feliz perdonándolo con un romántico beso. Ve su boda, los tres hijos que hubiese tenido, ¡Dos preciosos y rubios niños! ¡Y una lindísima nena, que se hubiese llamado como ella! Ve también el paulatino cambio de su personalidad, ve su arrepentimiento, ¡Su entrega a Dios y a Jesús! Y llora, cuanto llora, su oscura y fea sombra… Destila una corriente de chispas dolorosas…
Sus telepáticos pensamientos divagan en un monótono y lacónico comentario, una y otra vez, diciendo: ¡Dios mío! ¿Qué hice? ¡Qué castigo! ¡Dios mío! ¿Qué hice? ¡Qué castigo! Se podría decir, que su espíritu, enloqueció… De pronto, se acerca el etéreo ser, y le dice:
― Calma, calma, alma pecadora, te explicaré las secuencias que has
de continuar en tu divagar intermitente… Interviene, nuevamente el ser.
La oscuridad del lugar, por un momento la aterroriza, más luego el ser
deshace su miedo, (diseminado en la atmósfera) lo toma entre sus manos y
lo suelta armoniosamente, transformándolo en una triste, pero reconfortante melodía de amor…
Beatriz, has aceptado tu culpa ―dice el ente de vestiduras blancas― y
aunque tu arrepentimiento, aquí no vale nada, seré un poquito
condescendiente contigo. Permanecerás durante cien años, en éste lugar,
recreándote continuamente con la película de tu vida. Sufrirás, cada detalle
de tu cortada existencia, ese será tu castigo. No descansarás ni un solo
instante, vendré a vigilar tu expiación cada veinte años.
―Pero no te preocupes, el tiempo aquí no existe, es sólo ilusión… Acto seguido, el ser vestido de blanco, sumerge sus manos en el espectro de quien fuera Beatriz y sustrae las oscuras sombras que la habían atormentado, durante su corta existencia.
― No, es que no tengas la culpa de tu maldad, ¡Claro que la tienes!
―asevera el personaje― Dios, te ofreció en un sinnúmero de ocasiones la
opción del arrepentimiento, ¡Te obsequió el libre discernimiento! Pero
preferiste, el camino errado. Estas esencias oscuras que retiré, se las enviaré a expertos celestiales, para que la indaguen y las pesen. Luego de esto, volverán nuevamente a ti, así, siempre lo quisiste. ¿No? Y posteriormente sentirás, en forma paulatina; como disminuyen los sentimientos negativos…
Éste lugar de remisión y castigo, se encargará de exterminarlos en forma
total. Al transcurrir el tiempo te convertirás en un espíritu pulcro y libre de
pasiones desordenadas (propias del pecado original).
Todos los derechos reservados
Venus Maritza Hernández
viernes, 8 de junio de 2012
Formato libro digital, novela digital
Beatriz es uno de los personajes o sea la primera existencia de Melina. A continuación algunos pasajes de los tramas de la novela corta: TRAS EL UMBRAL DE LA REENCARNACIÓN :
.
Pasaje de la Introducción
Pasaje de la Introducción
"Entre los recuerdos más vívidos está un baile en la mansión. Melina recuerda su vestido vaporoso; a sus hermanas. Baila con un muchacho muy guapo, una música instrumental de la época. Sus hermanas son sus camaradas… Cuchichea secretos con ellas…·
Pasaje 1
Se detiene estático el
remolino dimensional y la
Señora Inspiración , percibe algo extraño… ¡Falta alguien por
manifestarse!
― ¡Oye muchacha, que haces,
tirada en el piso! ― replica doña Inspiración, a una joven que de repente ha
emergido ante sus ojos ― ¿Y por que lloras tanto? ¡Vamos no es para que te pongas así! ¿Qué te sucede? Relátame, tu historia… Soy toda oídos…
Pasaje 2
"En cierta ocasión, Karina
regresó de su trabajo antes de lo previsto y encontró a su amado Antonio en brazos
de su querida amiga. La sorpresa, el dolor y el odio fueron tan agudos que de inmediato
Karina fue presa de los nervios...)".
Pasaje 3
"La elegante y risueña
“Inspiración” sonríe sonoramente al observar la rigidez y estupefacción
de los personajes y decide propinarle un bofetón a cada uno, para despertarlos
de su aletargamiento. Los efectos no se dejan esperar; la primera en reaccionar
es la Bella Beatriz ,
quien viste un precioso vestido a la usanza de su época (época que se remonta
al siglo XV) un modelo rosado, vaporoso, de exquisitos ornamentos y encajes
dorados. Parece una princesa extraída de un cuento de hadas…
— ¡Como os atrevéis,
gorda! ¡Ahora veréis, le diré a mis
padres y ellos os acusaran ante el Gobernador por golpearme! Mentecata, no me rebajo ante vuestra falta de
respeto, porque soy una Dama aristócrata de la más alta alcurnia en toda
España…
Beatriz, se da la vuelta,
despectivamente con un orgullo extravagante, y dice:
— ¡No me rocéis con vuestra
piel, he notado que eres mestiza, no me toquéis, ordinaria!
— ¡Cuantos prejuicios tienes arraigados en tu blanca piel, niña tonta,
no sabes nada del mundo actual! ¡La ignorante eres tú...."
Pasaje 4
"—Oh que pasa— dijo Aura —
Frotándose la mejilla, no merezco este trato…
Porque,.............y estemos en el año de 1702, heredé la
libertad de mis padres y si bien la esclavitud de mi raza todavía impera, ¡soy
libre!... ¡La última y primera vez que usted me abofetea, señora; la siguiente
no respondo de mis actuaciones. ¡Y tú
paliducha, no eres más que una estúpida niñita malcriada que no sabe nada de la
vida! No has conocido las vicisitudes
por las cuales he transitado, a las humillaciones que me he enfrentado, y las
carencias que he soportado. En ocasiones
me he tenido que conformar con un pedazo de pan como única comida del día..."
Pasaje 5
"¡Dios santo! ¡Donde estoy! ¡Mi madre se disgustará!! ¡Debe ser tardísimo! —reclama Aleida; una humilde campesina del siglo XVIII— ¡Oh! Debo calmarme. Sólo tengo que respirar profundamente y contar hasta diez, uno, dos, tres, Si…Ya me tranquilicé…Ahora respóndame, por favor; si…, usted misma… ¿Por qué golpeó mi rostro? Por envidia, ¿verdad? Yo no tengo la culpa de haber nacido con esta belleza. ¿Por qué, no me dejan en paz? Grupo de feas… ¿Qué culpa tengo yo, que tu nariz parezca una patata? ¿Qué culpa tengo yo, que seas horrible de nacimiento? ¿Que culpa tengo que tú cabello, parezca un estropajo?
Ella insulta al aire, profiriendo agravios, sin razón. Los pasajes de su vida se han encargado de colocarla, para siempre a la defensiva. No quiere nuevamente ser lastimada…"
"¡Dios santo! ¡Donde estoy! ¡Mi madre se disgustará!! ¡Debe ser tardísimo! —reclama Aleida; una humilde campesina del siglo XVIII— ¡Oh! Debo calmarme. Sólo tengo que respirar profundamente y contar hasta diez, uno, dos, tres, Si…Ya me tranquilicé…Ahora respóndame, por favor; si…, usted misma… ¿Por qué golpeó mi rostro? Por envidia, ¿verdad? Yo no tengo la culpa de haber nacido con esta belleza. ¿Por qué, no me dejan en paz? Grupo de feas… ¿Qué culpa tengo yo, que tu nariz parezca una patata? ¿Qué culpa tengo yo, que seas horrible de nacimiento? ¿Que culpa tengo que tú cabello, parezca un estropajo?
Ella insulta al aire, profiriendo agravios, sin razón. Los pasajes de su vida se han encargado de colocarla, para siempre a la defensiva. No quiere nuevamente ser lastimada…"
Capítulo III
El Doctor Hipnosis
Las historias quedan suspendidas en el hilo
del tiempo… Y sólo queda acudir donde el Doctor Hipnosis… Salen todos de la
vorágine dimensional y se dirigen a la Clínica del Médico… Entran a la fluorescente
estancia… Las paredes y el piso son de vidrio transparente y el techo es de
plástico, el cual deja ver la presencia del inmaculado y ardiente sol… En el medio hay un enorme y mullido sillón de
color violeta. La primera en acomodarse
cómodamente es Beatriz, luego Aura (en la otra esquina, claro, para no molestar
a la princesa), después, el soldado Peter, seguidamente Aleida (quien sonríe
coqueta, al sentarse muy cerca del soldado), y por último la desconsolada
Karina.
Transcurren treinta minutos y
Melina permanece de pie, junto a su amiga Inspiración, esperando al Médico… Se abre la laqueada puerta, y entra el susodicho tarareando una canción…
—Buenas tardes—saluda el doctor
(pulcramente vestido de blanco.)
—Buenas Tardes—contestan en
coro, los personajes.
—Quisiera explicarles en
primera instancia el procedimiento de ésta sesión. Usted, Señora Melina se acostará en un sillón
especial que ve a la mano derecha, y ustedes jóvenes personajes permanecerán
sentados en el mismo asiento... Les pido, encarecidamente que se extasíen con
las imágenes de relajación que proyectaré en la pared… Cuando sientan un
cansancio inusitado y perciban que su espíritu es extraído por unas manos
invisibles de sus pechos, no luchen, déjense llevar… Esto conllevará a su total
realización astral y les aseguro que serán totalmente felices…
Los personajes están ansiosos
por ostentar sus matices y esculcar entre las memorias de los siglos,
situaciones e incidentes que ellos mismos han olvidado y por consiguiente;
escondido, en el cofre del ayer. Al
abrirse la tapa del baúl; automáticamente, llega la literal mano espiritual
(proveniente de los burbujeantes globos del jabón infantil) extrayendo visiones
del celeste cielo; de aves desfilando ensueños; lluvia arrastrando lágrimas; y
un arco iris afrontando eventos… El ocaso se escabulle, dejando circular
efímeramente una felicidad transitoria y dando lugar al alba, que esta colmada
de aforismos incandescentes e inevitables
Melina ha seguido las
indicaciones del doctor hipnosis, y esta recostada en el sillón… El médico
observa algo muy particular, al efectuar la abstracción; Melina despide
destellos infrarrojos, de todo su cuerpo… De inmediato los personajes comienzan
a emitir sonidos melodiosos en taciturnos vaivenes corporales; uno por
uno.
La primera en relajar el
espíritu volátil es Beatriz; trasladándose etéreamente hacia el cuerpo de
Melina… Al instante ésta comienza a delirar, hablando incoherencias; pero a los
segundos este comportamiento varía, quedando impregnada de una asombrosa
serenidad sobre el entorno de su imagen corpórea.
― ¡Alina! ¡Rebeca! ¡Venid
pronto…!― exclama Melina, sumergida en el
ensimismamiento hipnótico de su vida pasada.
El inconsciente ha
transgredido las distancias y la resonancia del reloj del tiempo… Y dentro del
universo mental, el paisaje nutre sus colores paradisíacos, de esporádicos y
temporales hechos trascendentales. Un pequeño
televisor, ubicado en el anaquel de los misterios descifrados, (de la clínica del doctor
hipnosis) reflejará las experiencias que percibirá Melina; y el Doctor
Hipnosis, las analizará con una mirada escrutiñadora, seleccionando los
aspectos preponderantes para luego esfumarlos con la aplicación de su diagnosis
final.
Capítulo IV
La Malvada y Vanidosa Beatriz (fragmento)
Melina, ya no es Melina, ha asumido su primera existencia… Su nombre es Beatriz y tiene 14 años… Es el año de 1546… Se desplaza hacia su recámara, dentro de la inmensa mansión en que vive. Recorre, apresuradamente el grandísimo pasillo pletórico de cuadros con imágenes genealógicas; pasa por las siete primeras estancias del segundo piso de la morada y finalmente llega a su espacio privado, donde está ubicado un gran espejo, el cual fue comprado en Francia por su padre, en uno de sus continuos viajes. Beatriz contempla su bello rostro reflejado en el enmarcado espejo (realmente admira su propia belleza) observa sus rubios y coquetos bucles que caen sinuosos sobre su hermoso y joven cuello y sus grandes ojos azules. Faltan cinco horas, para el Baile convocado a la clase aristócrata de la época y Beatriz ésta eufórica, porque por primera vez, podrá asistir a tan magna celebración donde, disfrutará bailar elegantemente, los bellos valses de la época, con apuestos jóvenes...
Capítulo VII
El final de Beatriz (fragmento)
Beatriz llega al citado lugar, en un paraje sereno del norte de la ciudad, y la escena que mira escondida tras unos arbustos, le destroza totalmente los sentimientos; primero siente una ira sin límites, luego un vacío extremo. Había comprendido en un segundo que Juan Esteban no la amaba; pues, besaba y abrazaba a su nueva novia con una ternura inigualable, un cariño que jamás ella sintió que él le prodigara… Lágrimas amargas quemaban su bello rostro… Aún así, se armó de valor y se acercó, a la pareja, como queriendo cristalizar la cruda realidad con un golpe final; el ácido del desprecio de su amado. La humillación la vestía de gala, y la vergüenza ruborizaba sus húmedas y tiernas mejillas, cuando dijo: ― ¡Juan Esteban! — ¿Por qué? ¿Por qué me dejasteis? Si yo os amaba, ¡Me cambiasteis por esta insignificante…!
Capítulo X
La infortunada Aura
(fragmento dentro del capítulo)
...Sus padres deciden llamarla Aura…
Beatriz ya no es Beatriz, su nuevo nombre es Aura y desconoce absolutamente toda su vida anterior, su memoria esta en blanco.
Las experiencias venideras escribirán, sobre su límpida memoria; sus pasos; sus anhelos y sus desdichas. Melina es sacudida, de pronto con sincrónicos estertores. Esta reacción ésta motivada por el desplazamiento de Aura al subconsciente del atardecer. Esta vez, el doctor Hipnosis, conserva la calma y acariciando la larga y negra cabellera de Melina, le dice lacónicamente: ― Melina… Acepta el espíritu de Aura… Acéptalo… Acéptalo.
Las memorias se elevan y Melina, comienza a revivir su segunda vida...
Beatriz cometerá un acto que la marcará en una gran parte de los siglos venideros. ¿Qué la rodea y quienes la esperan? Lo inimaginable se acerca con sus pasos oscuros o plenos de luz. Siempre en busca de Dios Melina retornará al pasado una y otra vez en el sigilo de los siglos donde el amor la rodea o rehuye, donde los acontecimientos giran acorde a los misterios que pronto develarán sus matices... Se despejarán todos los enigmas de la humanidad.
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